UNIDAD DE ACCIÓN

Como se suele decir, “no lo verás en las noticias”, pero nos basta con girar 360º sobre nuestro propio eje para observar que, a nuestro alrededor, el viejo marco de la histórica Celtiberia aparece cada día más deteriorado, más abandonado y aún más en peligro. A pesar de la enorme riqueza de su patrimonio natural y cultural, es lo que más puede llamar la atención de residentes y visitantes, atónitos ante un proceso incoherente con su salud primigenia. Una población envejecida, una juventud condenada a la emigración forzosa, infraestructuras, comunicaciones y servicios bajo mínimos, y el olvido, incluso dentro de la tan cacareada “España Vaciada” a la que todo el mundo dice ayudar.

Y es que, en general, hemos tardado en reaccionar a las sangrías de todo tipo que se han ido produciendo en los últimos años, por no decir siglos. Mientras muchos buscábamos refugio y solución a nuestras vidas en otras comunidades apenas percibíamos que dejábamos detrás un erial enorme, eso sí, trufado de memorias, imágenes, testimonios de una cultura y de una forma de vida que se iba desdibujando entre las páginas amarillas de un libro de historia.

Algunos, quizás muchos, hemos tenido que echar la vista atrás para poder reconocernos en nuestro propio pasado y tratar de reedificarnos desde el momento en el que se produjo el desarraigo, la fractura de una sociedad, próspera y en equilibrio, convertida hoy en un puzle de piezas imposibles de encajar. Naturalmente que hay muchos culpables de nuestra desgracia, desde reyes a plebeyos, pero nada nos exime de nuestra culpa por no haber sabido mantener nuestra dignidad como pueblo, doblando el lomo mientras agentes extraños troceaban su futuro.

Pero no es momento para lamernos las heridas. Una voz lejana nos impele a tomar conciencia, a ponernos al día, a reconstruirnos. A reconocernos como hermanos, hijos de la misma madre: Celtiberia. Solo a partir de ese reconocimiento podemos encarar desde la unidad nuevos horizontes con el optimismo y el impulso de quienes aún creen que es de justicia devolver a nuestros antepasados, y ofrecer a nuestros descendientes, el orgullo de pertenecer a una de las culturas y a uno de los territorios que más pudo aportar a la construcción de nuestra identidad como país y como estado moderno.

Es el momento en el que todos nuestros agentes sociales, como uno, acuerden llevar a las esferas del poder, a los agentes políticos y administrativos, nuestra realidad, tal y como nosotros la vemos. Nuestros recuerdos, tal y como nosotros los vivimos; nuestras tradiciones, tal y como nosotros las sentimos; nuestras carencias, tal y como nosotros las sufrimos; nuestras esperanzas, tal y como nosotros las esperamos.

Algunos, quizá muchos, vemos necesario que nuestras primeras representaciones administrativas, concejos o municipios acuerden, como uno, una presencia activa en pro del reequilibio territorial, en defensa del patrimonio natural y cultural, de paisajes y tradiciones. Que procuren la formación y las salidas profesionales de nuestros jóvenes dentro del propio territorio. Que reclamen la cobertura de servicios, de infraestructuras, de comunicaciones, en las mismas condiciones que otras comunidades favorecidas. Que propicien la idoneidad para el emprendimiento y la creación de empleo. Que faciliten a nuestros mayores una vejez asistida que dignifique una vida larga de entrega y resistencia.

Vemos necesario que colectivos y asociaciones actúen de forma conjunta en la promoción de sus intereses, de sus causas culturales, turísticas, productivas o de ocio. Capaces de empujar a la opinión pública y a nuestros representantes al reconocimiento de nuestros valores y capacidades como el pueblo que, unido, traslada la gloria de su pasado a un futuro prometedor, de persistencia y recuperación. Unidad de acción.

Santy San Esteban
Alta Sierra Pelendona